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LOS INVITADOS SON LA PRIORIDAD
Para ser un buen anfitrión no se necesita mucho: tener presentes unas sencillas y prácticas reglas de protocolo, entender que hay un tiempo específico para todo, establecer claramente el objetivo de la reunión, investigar quiénes son los invitados, pero, sobre todo, querer cumplir este rol porque demandará mucho de quien lo asuma.
¿Por qué? Un anfitrión es mucho más que una persona que atiende o recibe visitantes en casa; tiene la tremenda tarea de leer la personalidad y el carácter de sus convocados para hacerlos sentir completamente a gusto, como si estuvieran en su propio hogar.
Por eso, para lograrlo, no solo basta con que tenga datos básicos de sus comensales, también debe conocer sus gustos, preferencias, afinidades, filiaciones y, por supuesto, su temperamento. De ahí que deba ser muy observador, tener alma de investigador y prestar atención al más mínimo detalle.
El diseñador colombiano Juan Pablo Socarrás lleva estas tres virtudes en sus genes. Desde pequeño, su mamá y sus tías le enseñaron el valor de una mesa bien presentada sin importar si había o no una ocasión especial y que la abundancia de una familia se refleja en el comedor.
Los secretos de un buen anfitrión
Ser un buen anfitrión es fácil, lo más importante es tener claros algunos elementos que son clave para determinar el éxito de una reunión. Juan Pablo Socarrás nos ofrece algunos secretos de su propia experiencia para lograrlo.
1. LA MOTIVACIÓN
antes de citar una reunión, ya sea un desayuno, un brunch, un almuerzo, una merienda o una cena, el creador aconseja hacerse una pregunta y responderse con total sinceridad: ¿qué tan dispuesto estoy a realizar este evento para estas personas?, ¿realmente quiero?, ¿me nace del corazón? Puede parecer obvio, pero no lo es: la motivación es la clave de todo; para atender invitados, es necesario volcarse por completo en su bienestar y no en alimentar el propio ego.
2. la intención
toda reunión debe tener un objetivo o una intención para que sea exitosa. De ahí que sea imprescindible pensar lo que se quiere lograr con ella: crear nuevas conexiones personales o laborales, celebrar la amistad o el amor, promover [
3. los invitados
son los verdaderos protagonistas de esta historia, así que es imperativo hacer todo lo que esté al alcance para hacerlos sentir especiales. Ahí está la clave del buen anfitrión. Si los invitados se sienten únicos, la experiencia será memorable. Para ello, es importante saber qué bebidas prefieren, si tienen restricciones alimentarias, cuáles son sus elecciones a la hora de comer, pero, sobre todo, ofrecerles diversas opciones para que puedan escoger a su gusto.
4. los detalles
ser un buen anfitrión implica ser una persona detallista. Y los detalles empiezan con la invitación. Esta deberá ser personalizada, preferiblemente escrita a mano (a no ser que la calidad de la letra no lo permita) y que explique la o las razones por las cuales la persona ha sido invitada a esa reunión en particular. Allí se expresa el motivo.
5. la llegada
no importa si es una invitación informal o formal, si a la que acuden son amigos o compañeros de trabajo, el anfitrión deberá abrirles la puerta a sus invitados y recibirlos con una auténtica sonrisa. Cuanto más auténtica, mejor será la respuesta. Un buen comienzo asegura un buen final.
Luego de los saludos, de las primeras preguntas de rigor y de tomar sus carteras, abrigos o chaquetas, es importante que les ofrezca una bebida: un coctel, un aperitivo, algo que los haga sentir acogidos. Por supuesto, es fundamental brindar diversas alternativas, teniendo en cuenta tanto a quienes toman licor como a quienes no. También es importante ofrendar bocadillos o pasabocas mientras llega el momento de pasar a la mesa.
6. LA DECORACIÓN
no es necesario invertir mucho para crear un ambiente acogedor. A lo sumo comprar unas flores frescas y disponer floreros en diferentes partes de la casa, elegir un mantel apropiado para la ocasión y la hora de la reunión, y una vajilla y cubertería impecables.
Lo principal acá no es aparentar algo que no se es, porque es lo primero de lo que se percatarán los invitados. Cuando no hay autenticidad, se nota.
Por ejemplo, Juan Pablo pone fruta fresca en el centro de la mesa cuando se trata de un desayuno; flores o pequeñas plantas en un almuerzo y velas en una cena. Usa manteles coloridos en la mañana y de un solo fondo o con bordados para la noche.
Y en cuanto a las vajillas, depende un poco de la cercanía con los invitados; si son amigos o existe confianza, no teme mezclarlas para crear una decoración más bien ecléctica, aunque tampoco le gusta llenar el espacio con cosas que no tengan alguna intención. De hecho, si quiere una mesa con mucha luz, usa un espejo en el centro del comedor y pone sobre él algunas frutas para crear una sensación de frescura y claridad.
7. LA DISPOSICIÓN DE LA MESA
en la mesa, cada utensilio, cada plato y cada copa, tiene un lugar específico y una razón de ser práctica. El tenedor (o tenedores) va a la izquierda del plato (el número depende de lo que se vaya a servir y se ponen en orden de uso: el primero afuera y el último junto al plato) mientras el cuchillo y la cuchara se sitúan a la derecha en ese orden. Los cubiertos de postre se ubican en la parte superior del plato: la cuchara y el cuchillo con el mango hacia la derecha y el tenedor con el mango hacia la izquierda.
Las copas deber estar en la parte superior derecha del plato (la del agua se pone a la izquierda y la del vino a la derecha) y los platos para el pan y la mantequilla en la parte superior izquierda. La servilleta puede ir sobre el plato y este, a su vez, siempre debe ir encima de un individual o plato base, nunca directamente sobre la mesa.
8. LA MÚSICA
Si es una invitación formal o en la que no hay tanta cercanía, lo mejor será poner música instrumental de jazz o clásica. Incluso el bossa nova puede ser una excelente opción si la idea es ofrecer un espacio relajante para los invitados. Pero si son amigos o familiares, puedes acudir a una música más movida. Lo importante es que haya un gusto compartido.
9. LA CONVERSACIÓN
Para Juan Pablo Socarrás este es un tema muy delicado; de ahí la importancia de conocer plenamente a los invitados para evitar reunir bandos opuestos que puedan generar conflictos innecesarios. Lo mejor será tratar temas neutrales que no incluyan tópicos sensibles como la religión, el sexo o la política, en especial si no existe una gran confianza.
